Morety ./ Hay personas que son carismáticas, que se les ve algo especial a primera vista, que con solo conocerlas los sientes cercanos y, sin esfuerzo, te hacen participes de lo que realizan, como las grandes figuras del Toreo, que tienen un filing especial para contactar con el tendido solo pisar el Albero. Una mirada, un solo gesto y sus rasgos ya te invitan a presagiar que allí va a ocurrir algo espectacular, esto, como no podía ser de otra manera, sirve para el resto de los mortales y en el fútbol también los hay.
Este pasado domingo a las once de la mañana me encandiló, me hizo sentir bien, me trasmitió ilusión, alegría, y solo fue de verle con la facilidad que manejaba el balón, era un juego, de echo lo es, pero es difícil describir la sonrisa que desprendía, lo imposible lo realizaba como lo más sencillo, la facilidad que tenía para saber donde debía enviar el balón para que a su compañero le fuese más fácil encajarlo al fondo de la red, en definitiva que los presentes deseábamos que el balón llegara a sus pies, para deleite de los que allí nos encontrábamos.
Este joven es Alberto Fernández García, «Morata» que así es como le llaman sus compañeros, y, juega con el numero quince. Tras verle el pasado domingo en el encuentro que se disputó ante el Beniel de Autonómica Infantil intercambiamos unas palabras, y al preguntarle que era para él el fútbol nos dijo: es un sueño, además de un juego donde me siento seguro y a gusto.
Al decirle que más le gusta de este deporte contesta: el jugar bien, tocarlo y meter gol y siempre que puedo ayudar a mis compañeros. Alberto es seguidor del Real Madrid, tiene doce años y es natural de Moratalla, al preguntarle de cómo decide desplazarse a Caravaca para su preparación nos comenta que en Moratalla no hay escuelas de fútbol federadas y aquí en Caravaca sí, eso es lo que le hace desplazarse de tres a cuatro veces por semana a la ciudad de la Cruz a entrenar y jugar.
Nos indica que el sobrenombre de «Morata» es lógicamente abreviatura de su lugar de nacimiento, Moratalla y que le gustaría llegar a ser figura de este deporte. Le gusta jugar de media punta aunque se coloca donde le manden, juega en una categoría superior a su edad, ya que tiene doce años y las ideas muy claras, siendo un alumno excepcional ya que sus notas están llenas de sobresalientes, teniendo muy claro que los estudios son lo primero.
No sé si llegara a lo más alto, si se quedara en la mitad del camino o sin tan solo esto se quedara aquí, es muy difícil, y no es por cualidades del niño, sino por las grandes pruebas que le surgirán en el camino. Como en las tentaciones del demonio a Jesús están les surgirán, unas posiblemente serán los cazatalentos, en forma de buitres prometedores, que solo buscan lo material sin importarles sentimientos y esfuerzos, prometedores de ilusiones que embaucan con multitud de artimañas, sin considerar los daños que puedan producir.
Llegaran los momentos clave, si Dios quiere, donde tendrá que convivir con los demás compañeros y ser aceptado. Todo ello llevará un sinfín de sacrificios, ya que tendrá que dedicar parte de su juventud en pro del deporte, aunque creo que todos estos trompicones merecen la pena por intentar lograr que un juego siga siendo un juego, mantener la ilusión de seguir considerándolo un juego inocente y correr, correr para que no lo enajene la pelota, eso será lo que lo mantenga feliz y así poder conseguir lo que se proponga.
Este pasado domingo a las once de la mañana me encandiló, me hizo sentir bien, me trasmitió ilusión, alegría, y solo fue de verle con la facilidad que manejaba el balón, era un juego, de echo lo es, pero es difícil describir la sonrisa que desprendía, lo imposible lo realizaba como lo más sencillo, la facilidad que tenía para saber donde debía enviar el balón para que a su compañero le fuese más fácil encajarlo al fondo de la red, en definitiva que los presentes deseábamos que el balón llegara a sus pies, para deleite de los que allí nos encontrábamos.
Este joven es Alberto Fernández García, «Morata» que así es como le llaman sus compañeros, y, juega con el numero quince. Tras verle el pasado domingo en el encuentro que se disputó ante el Beniel de Autonómica Infantil intercambiamos unas palabras, y al preguntarle que era para él el fútbol nos dijo: es un sueño, además de un juego donde me siento seguro y a gusto.
Al decirle que más le gusta de este deporte contesta: el jugar bien, tocarlo y meter gol y siempre que puedo ayudar a mis compañeros. Alberto es seguidor del Real Madrid, tiene doce años y es natural de Moratalla, al preguntarle de cómo decide desplazarse a Caravaca para su preparación nos comenta que en Moratalla no hay escuelas de fútbol federadas y aquí en Caravaca sí, eso es lo que le hace desplazarse de tres a cuatro veces por semana a la ciudad de la Cruz a entrenar y jugar.
Nos indica que el sobrenombre de «Morata» es lógicamente abreviatura de su lugar de nacimiento, Moratalla y que le gustaría llegar a ser figura de este deporte. Le gusta jugar de media punta aunque se coloca donde le manden, juega en una categoría superior a su edad, ya que tiene doce años y las ideas muy claras, siendo un alumno excepcional ya que sus notas están llenas de sobresalientes, teniendo muy claro que los estudios son lo primero.
No sé si llegara a lo más alto, si se quedara en la mitad del camino o sin tan solo esto se quedara aquí, es muy difícil, y no es por cualidades del niño, sino por las grandes pruebas que le surgirán en el camino. Como en las tentaciones del demonio a Jesús están les surgirán, unas posiblemente serán los cazatalentos, en forma de buitres prometedores, que solo buscan lo material sin importarles sentimientos y esfuerzos, prometedores de ilusiones que embaucan con multitud de artimañas, sin considerar los daños que puedan producir.
Llegaran los momentos clave, si Dios quiere, donde tendrá que convivir con los demás compañeros y ser aceptado. Todo ello llevará un sinfín de sacrificios, ya que tendrá que dedicar parte de su juventud en pro del deporte, aunque creo que todos estos trompicones merecen la pena por intentar lograr que un juego siga siendo un juego, mantener la ilusión de seguir considerándolo un juego inocente y correr, correr para que no lo enajene la pelota, eso será lo que lo mantenga feliz y así poder conseguir lo que se proponga.
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